ENTENDER EL COLOR CON EL QUE ME MIRAS
Para los vehículos con obligación de circular por la calzada, los semáforos pueden tener los siguientes colores:
Rojo, ámbar, verde. Es el código más usado. En general, si un color tuviese en su lente una flecha, el semáforo condicionaría sólo el movimiento que indica la flecha. En estos casos el color rojo o ámbar servirá de fondo para la flecha negra y el color verde se utilizará en la flecha sobre fondo negro.
Rojo, ámbar, ámbar intermitente. El semáforo impide el paso de los vehículos en determinados momentos y lo condiciona al paso de otros vehículos o peatones en el resto del tiempo. (El primer ámbar puede ser o no intermitente).
Rojo, verde. Solo se utiliza en pasos condicionados por otros elementos: barreras, bolardos y accesos restringidos.
Ámbar intermitente, ámbar, verde. El semáforo condiciona el paso de los vehículos al movimiento de otros vehículos o peatones y permite el paso libre en el resto del tiempo. (El segundo ámbar puede ser o no intermitente).
Ámbar intermitente, ámbar intermitente. El semáforo condiciona sin discontinuidad el paso de los vehículos al movimiento de otros vehículos o peatones.
Verde con flecha indicativa. Condiciona el paso de los vehículos al movimiento de otros vehículos y peatones y sólo permite el movimiento en el sentido de la flecha.
Ámbar o ámbar doble sobre semáforo de peatones. Condiciona el paso de los vehículos al movimiento de los peatones y permite el paso libre si permanece apagado.
Rojo, ámbar, ámbar intermitente. El semáforo impide el paso de los vehículos en determinados momentos y lo condiciona al paso de otros vehículos o peatones en el resto del tiempo. (El primer ámbar puede ser o no intermitente).
Rojo, verde. Solo se utiliza en pasos condicionados por otros elementos: barreras, bolardos y accesos restringidos.
Ámbar intermitente, ámbar, verde. El semáforo condiciona el paso de los vehículos al movimiento de otros vehículos o peatones y permite el paso libre en el resto del tiempo. (El segundo ámbar puede ser o no intermitente).
Ámbar intermitente, ámbar intermitente. El semáforo condiciona sin discontinuidad el paso de los vehículos al movimiento de otros vehículos o peatones.
Verde con flecha indicativa. Condiciona el paso de los vehículos al movimiento de otros vehículos y peatones y sólo permite el movimiento en el sentido de la flecha.
Ámbar o ámbar doble sobre semáforo de peatones. Condiciona el paso de los vehículos al movimiento de los peatones y permite el paso libre si permanece apagado.
La finalidad de utilización de luz ámbar, entre la luz verde y la luz roja, se debe a la imposibilidad física de detener un vehículo de manera instantánea. El objetivo es avisar al conductor que su desplazamiento será prohibido próximamente, para que tome las medidas oportunas para detener el vehículo dentro de los márgenes de seguridad.
El tiempo asignado al ámbar, debe ser suficiente para frenar el vehículo antes de la línea de detención, o bien, para atravesar la intersección, especialmente los puntos de conflictos con el resto de movimientos, antes de que aparezca la luz roja.
El tiempo asignado al ámbar, debe ser suficiente para frenar el vehículo antes de la línea de detención, o bien, para atravesar la intersección, especialmente los puntos de conflictos con el resto de movimientos, antes de que aparezca la luz roja.
Se puede realizar un cálculo, en base a este supuesto, no exacto pero aceptable, teorizando con una deceleración del vehiculo constante.
Bajo este supuesto, el cálculo del primer razonamiento se establece bajo esta formulación: |
Donde se calcula el tiempo de frenado es igual al tiempo de reacción más, la percepción de la luz ámbar, más que la distancia de frenado, partido por la velocidad del vehículo.
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Cuando se calcula el tiempo de recorrido, para que el vehículo se salga de la zona de conflicto de la intersección, la formulación es la siguiente:
Además de lo descrito en la formulación anterior, se añade la anchura necesaria para despejar la intersección.
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Como la distancia de frenado es proporcional al cuadrado de la velocidad, cuando ésta sea baja, primará la anchura de la intersección, mientras a velocidades mayores, este parámetro no será determinante para el cálculo.
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Todos estos cálculos, suelen ofrecer resultados muy diversos, dependiendo de las condiciones de la intersección, del tipo de vehículo, y de la velocidad de tránsito. Esta variabilidad ha llevado a la defensa de la utilización de tres o cuatro segundos de ámbar como medida estándar. En la práctica, este uso, es más eficaz que los valores teóricos calculados, probablemente porque el cálculo teórico no tiene en cuenta lo que ocurre en la realidad. En España, se ha estandarizado el uso de tres segundos para ámbar, y en el caso de presentar un margen escaso para este tipo de maniobras, si utiliza la modificación de los parámetros de despeje entre movimientos para ajustar el nivel de seguridad.
Esto, ha fortalecido el uso de un tiempo estable y fijo de ámbar en todas las intersecciones, para todos sus movimientos, lo que tiene como ventaja, que el usuario del vehiculo motor se ha acostumbrado a realizar sus cálculos, de modo inconsciente, sobre un tiempo fijo, lo que mejora el acierto de dicho cálculo.
Otra de las modificaciones, que han fortalecido el uso de un tiempo fijo para el ámbar de vehículos, son las sucesivas reformas desde los años 60, con objeto de utilizar una velocidad recomendada, y más tarde obligatoria, mediante señalización, para el paso de cualquier intersección regulado por semáforos. Actualmente, dicha regulación de velocidad no es nunca superior a 50 km/h, en el caso de la legislación española.
Esto, ha fortalecido el uso de un tiempo estable y fijo de ámbar en todas las intersecciones, para todos sus movimientos, lo que tiene como ventaja, que el usuario del vehiculo motor se ha acostumbrado a realizar sus cálculos, de modo inconsciente, sobre un tiempo fijo, lo que mejora el acierto de dicho cálculo.
Otra de las modificaciones, que han fortalecido el uso de un tiempo fijo para el ámbar de vehículos, son las sucesivas reformas desde los años 60, con objeto de utilizar una velocidad recomendada, y más tarde obligatoria, mediante señalización, para el paso de cualquier intersección regulado por semáforos. Actualmente, dicha regulación de velocidad no es nunca superior a 50 km/h, en el caso de la legislación española.
A mediados del siglo anterior, en varios países europeos, se inició una tendencia que en pocos de ellos continúa. Este código de colores establece una secuencia rojo más ámbar, para avisar a los conductores de la proximidad de apertura del semáforo mediante color verde y el objetivo es minimizar el tiempo de respuesta para la salida de los vehículos que encabezan la cola. Este concepto ha ido perdiendo validez, ya que de una parte difumina el sentido del ámbar, que es la de advertir a todos los usuarios de detenerse bajo unas condiciones de seguridad.
En España, este código desaparecido poco tiempo después de la instalación de los primeros semáforos. Tanto en Barcelona como en Madrid la experiencia demostró que los usuarios iniciaban la marcha con la combinación de colores, poniendo en peligro a las últimas maniobras permitidas de los viarios anteriores. Además, la posterior inclusión de un tiempo de despeje entre los movimientos de tráfico, hace innecesario este tipo de actuación.
Existe además una cierta disparidad de criterios sobre el uso de la ámbar intermitente y cómo condiciona el movimiento de vehículos que afecta. En un principio, una luz ámbar intermitente, advertía a los usuarios para proceder con una prudencia especial en el recorrido. Una modificación posterior de la ley de seguridad vial, añadió la necesidad de detenerse y ceder el paso al resto del tráfico circundante. Este concepto, se solapa con la información que ofrece una flecha indicativa de color verde, cuando este semáforo es unifocal, sobre fondo negro, para el que la normativa si es clara y sencilla: en la dirección de la fecha, todo vehículo, no tendrá prioridad de paso sobre el resto de elementos, deteniéndose si fuese necesario.
En España, este código desaparecido poco tiempo después de la instalación de los primeros semáforos. Tanto en Barcelona como en Madrid la experiencia demostró que los usuarios iniciaban la marcha con la combinación de colores, poniendo en peligro a las últimas maniobras permitidas de los viarios anteriores. Además, la posterior inclusión de un tiempo de despeje entre los movimientos de tráfico, hace innecesario este tipo de actuación.
Existe además una cierta disparidad de criterios sobre el uso de la ámbar intermitente y cómo condiciona el movimiento de vehículos que afecta. En un principio, una luz ámbar intermitente, advertía a los usuarios para proceder con una prudencia especial en el recorrido. Una modificación posterior de la ley de seguridad vial, añadió la necesidad de detenerse y ceder el paso al resto del tráfico circundante. Este concepto, se solapa con la información que ofrece una flecha indicativa de color verde, cuando este semáforo es unifocal, sobre fondo negro, para el que la normativa si es clara y sencilla: en la dirección de la fecha, todo vehículo, no tendrá prioridad de paso sobre el resto de elementos, deteniéndose si fuese necesario.